Con los pies fríos de una primavera que no llega, me abandono en el límite de esta función sin determinar, en la que a X le da por ir hacia infinito por la izquierda; y es que ahora se cree inglesa. Moviéndose arriba abajo sin parar, me marea de lo lindo; y él me pide que le calcule el recorrido y yo me pierdo, y el dominio es mío y solo mío. Tal vez sea por desidia que no entiendo el límite de tu X, y es que tú aún no lo sabes, pero infinito no es un número. Que entre discontinuidades asintóticas y extrapolaciones perdí la mitad de tus neuronas; y por las lágrimas que me lloró, el doble de la razón que no me queda. Piénsalo muy bien antes de hacerme elegir entre tú y algunas plantas, que con los pies fríos no se piensa bien, y seguro gritaría "¡Te elijo a ti!", como cuando me quedaba con Squirtel porque, por muy verde que fuera, Bulbasaur me parecía feo. Y yo no sé si te habrás dado cuenta, pero ya no quedan causas nobles por las que morir.
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Huellas de clown