9 de enero de 2011

Quills





Queridísimo lector: tengo un picante relato que contaros, arrancado de las páginas de la historia, emperifollado y verídico, aunque os garantizo que estimulará vuestros sentidos. Es la historia de Mademoiselle Renard. Una hermosa y joven aristócrata, cuyas tendencias sexuales abarcaban una amplia gama. Desde las más dulces a las más brutales. ¿Quién no sueña con satisfacer cada espasmo de lujuria, alimentar toda ansia depravada? Debido a su noble linaje, Mademoiselle Renard, tenía total inmunidad para desarrollar sus instintos. Infligía dolor y placer con igual entusiasmo. Hasta que un día, Mademoiselle se encontró a merced de un hombre tan perverso como ella. Un hombre cuya destreza en el arte del dolor, excedía la suya propia. Con qué facilidad uno pasa de depredador a presa. Y con qué rapidez el placer se quita a unos y se entrega a otros.

El idealismo es el último lujo de la juventud.



Fascinación. Lujuria. Dependencia. Vicio. Libertinaje. Impotencia. Devoción. Lealtad. Amor.
Una mezcla de sentimientos han aflorado.

Hay quien encuentra la libertad en el fondo de un tintero, en la punta de una pluma...



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Huellas de clown