3 de mayo de 2011

Barrio Chino


Hoy, como muchas otras veces, he vuelto a sentir esa sensación de placer que sólo se me aparece abriéndose paso por mis adentros, ante las pequeñas cosas; y es que me he resentido orgullosa de vivir en Barcelona. Y pensando en uno a quien le mando besos con libre interpretación, me he paseado sonriendo por la Rambla de las Floristas. Que con el esguince más patético de mi historial médico a cuestas, me he dejado caer por el Casco Antiguo, y me he visto claramente como la típica turista de la típica peli ambientada en la India que pasea por las calles de Calcuta rodeada de Badulakes y hostales con servicio de Bed and Breakfast a cada diez metros de una misma calle. Algunos dirían que aún me queda mucho por recorrer, ver y aprender; y quien calla otorga, pues es desde la fugaz parada en París de antaño que no veía esa cara oculta que tienen las ciudades más famosas del mundo donde los "sin techo" plantan campamento base en cualquier portal de cualquier calle y se miran en el cristal de las puertas giratorias de los hoteles más mediocres de algunas zonas para no olvidarse de sus caras y de lo que, tal vez, algún día fueron. He estado pensando un poco en Andreu Nin sin saber bien bien quién fue, y otro poco en cómo haré mi revolución; que aunque aún le quedan algunos flecos y cables por atar, ya la tengo ahí bien ideada. Y es que sé desde hace tiempo que nos mienten. Y también sé que no acabo de descubrir América. Aunque a veces, como dijo aquél filósofo, sólo sé que no sé nada. Pero hoy sé que nos mienten, que lo llevan haciendo años y paños, y que el hombre nunca pisó la Luna, que Neil Armstrong, en realidad, era el jardinero de Mr.Hoover. Y aquí sí que no hace falta ser ningún ilustrado para saber que, realmente, Bin Laden sigue disfrutando de unas vacaciones permanentes que se tomó hace ya unos añitos, dotado de total inmunidad. Malditos americanos...



Flor maleva del suburbio de la gran ciudad condal 

Enfermiza, sin aroma, sin belleza y sin color,
Es el triste “Barrio chino”, donde acuden por su mal
Los vencidos de la vida y los náufragos de amor. 
En sus lúgubres callejas me he sentido estremecer
De una pena tan profunda, que me hiere el corazón,
Cuando un rostro demacrado, ¡Pobre sombra de mujer!
Me ofrecía las caricias de un amor sin ilusión.



¡Barrio chino...!
Tenebroso, pintoresco
Inconsciente y desleal.
¡Barrio chino...!
Que sembrás a todas horas
La maldita flor del mal.
De la noche, 
Bajo el manto, tu misterio
Yo quisiera descubrir.
Y en las notas de mi tango,
Levantarte de entre el fango
Y poderte redimir.



Barrio chino sin ventura, conocí en ti una virtud
Que prendida entre tus mallas, se moría de pesar,
Una noche, de esas noches que uno gasta su salud
Entre locos devaneos, la encontré yendo al azar.
Era joven y era linda y con tanto afán me habló
De sus ansias y deseo de una vida de honradez, 
Que intenté regenerarla... Más apareció un “macró”

Y a traición, con su navaja, la tendió junto a mis pies.

Rossend Llurba i Tost.

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