8 de noviembre de 2010

Otoño ya está aquí...

Primer paso: introducción de la varita mágica en la cerradura. Resultado con éxito. Parece que hoy no se encalla, bien, buena señal. El movimiento de muñeca hacia la derecha no es corto, una, dos, tres vueltas. Mi mano izquierda, sin esperar a recibir la orden del de arriba, tira del pomo hacia afuera y, ayudada de un leve puntapié sobre los veinte inferiores centímetros de la madera, empuja hacia adentro. “Ostres, quina rasca!” Resoplo, doy un golpe, y la puerta se cierra detrás de mí. El ruido anuncia mi puesta en escena. Ya ves, no me hace falta hacer sonar ningún palito metálico al entrar, se pueden ahorrar el tilín-tilín, se nota que estoy en casa. Situación temporal: seis de la tarde, llegando a mediados de Noviembre, otoño. Me quedo apoyada en la puerta, chafando la mochila contra ella. El piso está oscuro. Seis de la tarde, día otoñal, cambio de hora realizado. Situación personal: estado de decadencia con síntomas de leve depresión temporal. El piso está oscuro, y no se oye ni un alma. Una corriente de aire fresco me roza la cara, alguien se ha dejado la ventana abierta. No hubiera estado de más (hoy) el “Hola Cris, ¡qué guapa! ¿Qué tal el día?” de la boca de la peque de la casa. Ella siempre tan contenta y eufórica al verme, después de todo un día sin hacerlo, y con mil y una cosas que contarme. Pienso: menos mal que no hay nadie en casa. Un “Hola, ¿qué tal ha ido el día?” de la boca de cualquier otro, con indudables expectativas de una larga y tendida conversación, hubiera resultado un sobresfuerzo inhumano que (hoy) no estaría dispuesta a hacer, y el fracaso de esas expectativas. Doy una vuelta por el piso, sé que no hay nadie, pero nunca está de más comprobarlo. No, definitivamente no hay nadie. Me acerco a la terraza y cierro la ventana, ya no es una corriente de aire fresco lo que me roza la cara, es un frío otoñal insoportable. Me apoyo en el cristal del balcón y miro a través de él. El Provenzana está iluminado y cuatro niños juegan al balón. Ni un alma más. Afuera, el servicio de iluminación de la ciudad funciona de maravilla. Alcaldesa Núria Marín i Martínez, puede estar usted tranquila, su ayuntamiento progresa adecuadamente. El tiempo corre. Bueno el tiempo, podría hablarte del tiempo pero mejor te dejo que saques tus propias conclusiones y, ya otro día, contrastamos opiniones. “Si la vida no ens serveix per a res, doncs ens suicidem i ja està”, palabras textuales del profe de Filosofía, esta mañana. Ahí lo dejo, hablando ahora de ello podría sacarlo demasiado de contexto. En definitiva, se nota cuando se acerca el invierno, el frío cala bien adentro; la música parece que se empeñe en que no olvide los buenos recuerdos; y es que, a medio pulmón, hay cosas que te debo... 

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