30 de diciembre de 2010

Sin frenos.

Esta tarde he quedado con un gran ex amigo, y digo ex porque estoy aprendiendo a diferenciar entre amigos y los que no lo son; y digo grande porque en nuestros años mozos me fue un gran tipo. Marcó mis catorce en calidad des de algo más que amigo hasta uno de los grandes. Después perdimos el contacto y ahora supongo que lo anotaré en la lista de conocidos. Le he re-conocido. Ha sido apoteósico, realmente. Hace unos días me dio un pronto, y llena de euforia le propuse quedar, y aquí nos hemos visto, des de la misma cara de una moneda distinta, con las ganas irrefrenables de dos adolescentes ansiados de comerse el mundo. Nos hemos contado el uno al otro, y he estado a punto de llorarle. He sentido que le quería mientras me contaba, pero el amor no es esto, no es él. La lluvia interrumpió la magia de una historia que dice que cuenta las veces que lloró, y bajo un paraguas que acabé apropiándome, continuó con las ganas que aún le quedan.  

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